Al principio sólo vi a dos de ellos. Circulábamos por la S131, la especie de autovía -cuatro carriles, mediana de hormigón y, en ese tramo, muros, también de hormigón, para contener sendos taludes de la trinchera por la que transcurría la carretera- que une las ciudades de Cagliari y Sassari. Nos dirigíamos hacia Cagliari, camino de las ruinas de una ciudad fenicia que íbamos a visitar. Y cuando llegamos a un cambio de rasante, allí estaban. Un perro mediano, tirando a grande, de color negro. Y junto a él, otro de ese marrón indefinido que suele denominarse en animales color canela. Juntos, los dos, cerca del muro de hormigón, asustados por el tráfico que rodaba cerca de ellos a más de 100 kilómetros por hora. Era algo llamativo, apartados en el arcén, a merced del tráfico. Aún no había terminado de preguntarme qué podrían hacer esos dos pobres perros en ese lugar, a varios kilómetros del pueblo más cercano, cerrado de hormigón y de vallas (demasiado bien lo sé, pero no es algo fácil de asumir) cuando llegamos a su altura. Fue entonces cuando vi al tercero.
Un perrillo pequeño, de un blanco sucio más producto de la vida que de la naturaleza y que, custodiado por los otros dos, apoyaba sus patas delanteras en el muro de hormigón, como intentando escapar de allí. La escena era conmovedora en su tristeza, pero fueron sus ojos los que me partieron el corazón. Una mezcla de terror, tristeza e indefensión que se me clavaron muy adentro. Los dos más grandes, más hacia el tráfico, como tratando de defender al pequeño, que no hacía sino intentar huir. Una huida imposible, rodeados de muros, sin agua, y sin una mala sobra en la que cobijarse del sol, que a esa hora de un día cualquiera de agosto empezaba a ser inclemente.
Poco a poco los fui viendo perderse por el retrovisor. Pensé en llamar a emergencias, pero en un país extranjero, sin dominar el idioma y sin saber cómo orientar a quien descolgarar el teléfono no vi cómo poder hacerlo. No le dije nada a Ana, por no causarle inquietud. Y así, poco a poco, desaparecieron de mi vista. En mi ingenuidad, pensaba que también, poco a poco, desaparecerían de mi memoria. Pero la sensación de tristeza y de impotencia, por mucho que pasaran los kilómetros, no menguaba. No puedo decir que me arruinara la visita, pero algo en el fondo de mi conciencia repiqueteaba de manera insistente, y no disfruté tanto como debía. Y esa tarde, a la vuelta hacia nuestro hotel, me sorprendí mirando hacia la cuneta cuando pasamos por ese mismo punto. Huelga decir que, para entonces, ya no estaban allí.
No he podido olvidarlos.
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Grabación de Pozo Sangüento (Pozo Sangoento en gallego), ubicada en las cercanías de Cerdedo, en Pontevedra. Se trata de una poza formada por una pequeña cascada existente en el río Seixo, tributario del río do Castro, primero, y del Lérez, después. El agua en ella es cristalina, y la poza forma un claro entre la abundante vegetación de la zona. Se encuentra en una zona algo abrupta, lo que hace que la poza tenga una buena profundidad. Junto a la poza se encuentra el viejo camino que unía Cerdedo con La Lama, a día de hoy abandonado, si bien se encuentra señalizado, limpio y bien mantenido, lo que hace que el paseo para llegar a la poza sea muy agradable.
Existe una leyenda que cuenta que una yunta de bueyes arrastraba un carro, un arado y una grada, todos ellos hechos de oro. Por lo abrupto del terreno en esa zona, los bueyes perdieron pie, y se precipitaron por la ladera del monte, acabando en el fondo de la poza, donde aún se encuentra el tesoro. Sin embargo, éste es custodiado por la Serpiente Bichoca, que vive en la poza y guarda el tesoro, por lo que los incautos que intentan hacerse con el mismo son muertos por la serpiente. Yo puedo decir que me he bañado en la poza, y si bien no hay serpiente, tampoco hay tal tesoro.
La grabación fue efectuada el 19/07/2024 con un dron DJI Mini 3 Pro.
Música:
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Grabación a vista de dron del castro de Castrolandín, en Cuntis, Pontevedra. El castro se ubica en un espolón rocoso sobre el cauce del río Gallo, y rodeado por dos arroyos al norte y al sur. En el mismo se han encontrado petroglifos datados en el s. IX a.C., pero el propio castro en sí se data en el s. I a.C. La presencia permanente en el mismo se extiende hasta el s. II d.C., cuando la población lo abandona en favor de una nueva población fundada por los romanos en una zona de termas junto al río Gallo, que acabaría siendo lo que a día de hoy es la población de Cuntis. El castro quedó abandonado, aunque con usos esporádicos por parte de la población. A finales de los años 90 del s. XX labores forestales tuvieron una fuerte afectación al estado del castro. Desde entonces, el mismo ha estado protegido y ha sido objeto de estudio.
Vuelo efectuado el 14/07/2024 con un dron DJI Mini 3 Pro.
Música:
Flowing Energy by Keys of Moon | https://soundcloud.com/keysofmoon
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Creative Commons / Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)
https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/
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El fin de semana pasado estuvimos visitando el castro de Castrolandín, en Cuntis. El castro se ubica en un espolón rocoso sobre el cauce del río Gallo, y rodeado por dos arroyos al norte y al sur. En el mismo se han encontrado petroglifos datados en el s. IX a.C., pero el propio castro en sí se data en el s. I a.C. La presencia permanente en el mismo se extiende hasta el s. II d.C., cuando la población lo abandona en favor de una nueva población fundada por los romanos en una zona de termas junto al río Gallo, que acabaría siendo lo que a día de hoy es la población de Cuntis. El castro quedó abandonado, aunque con usos esporádicos por parte de la población. A finales de los años 90 del s. XX labores forestales tuvieron una fuerte afectación al estado del castro. Desde entonces, el mismo ha estado protegido y ha sido objeto de estudio.
A continuación muestro algunas fotografías tomadas con el dron DJI Mini 3 Pro:
En breve espero sacar un vídeo con las tomas que saqué.
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Hace algunas semanas estuve filmando la zona de petroglifos de Lombo da Costa. Hice un vídeo sobre ello que enlacé en mi bitácora, pero además de hacer un vídeo, estuve haciendo algunos juegos con fotogrametría. Aún tengo que consolidar los resultados, pero como parte de ello, saqué una foto aérea a 48 Mp del yacimiento, que vale la pena compartir:
Imagen aérea de los petroglifos de Lombo da Costa, Cerdedo-Cotobade
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